Otra de las cosas maravillosas que suelen venir en verano desde Huelva a mi casa, son las costillas ibéricas, casi no tienen carne y son bastante calóricas, pero cada 3 meses más o menos cae un platito seguro.
Estas han sido cocinadas con tomillo y unas gotas de Tabasco,
La mezcla, fenomenal de verdad, untuosas y picantes, aparte de con un olor y sabor a campo y a ibérico de rechupetearte los dedos, porque esto no tengo que deciros que se comen con ellos, de otra forma es un pecado. Hechas de forma muy sencilla, conservan todo su sabor y su aroma, con un buen trozo de pan y una cerveza o un tinto a quien le guste más, estas humildes costillas a 2´65 euros el kilo compradas en Punta Umbría, se convierten en todo un manjar.
La mezcla, fenomenal de verdad, untuosas y picantes, aparte de con un olor y sabor a campo y a ibérico de rechupetearte los dedos, porque esto no tengo que deciros que se comen con ellos, de otra forma es un pecado. Hechas de forma muy sencilla, conservan todo su sabor y su aroma, con un buen trozo de pan y una cerveza o un tinto a quien le guste más, estas humildes costillas a 2´65 euros el kilo compradas en Punta Umbría, se convierten en todo un manjar.
En vez de poner los ingredientes, vamos paso a paso que es más fácil para todos, como orientación os diré que esta vez hice dos kilos de costillas con esta cantidad de ingredientes. Espero que os guste tanto como a nosotros.
En una cazuela ponemos una cucharada de Aceite de oliva virgen extra y freímos los dientes de una cabeza de ajos con piel, 1 cebolla cortada muy menuda y dos o tres hojas de laurel.
A continuación, ponemos las costillas lo más limpias de grasas que podamos y una buena rama de tomillo, la pongo entera para poder sacarla luego.
Mareamos bien las costillas y le añadimos pimentón mezclado dulce-picante, sal y pimienta negra recién molida
A continuación, yo le pongo un poco de caldo de pollo si luego le añado agua, pero si tenemos caldo hecho este paso nos lo saltamos.
Ponemos un buen vaso de vino blanco, dejamos que se le vaya el alcohol y añadimos 1/2 de agua o caldo de pollo si tenemos.
Tapamos la cazuela y dejamos que se hagan a fuego lento hasta que veamos que estén tiernas, que se despeguen del hueso pero que no se deshagan y se desmonten.
Las pasamos a una ollita de barro, sacando la rama de tomillo y las calentamos en ella.
De víspera están mucho mejores, si las guardamos en el barro y al día siguiente las calentamos en el, le dá un sabor característico muy especial.
De víspera están mucho mejores, si las guardamos en el barro y al día siguiente las calentamos en el, le dá un sabor característico muy especial.
Es una pena que no os llegue el olor.
Podemos emplatarlas con unas patatas recién fritas con un poco de sal por encima
Y bien regadas por las salsa untuosa que sueltan.
O bien llevarlas a la mesa en la misma olla de barro bien calientes
Buen provecho
;-)